No se puede eliminar la infección del sarampión con ningún tratamiento porque es producida por un virus; es decir, los antibióticos no pueden ser un tratamiento eficaz contra el sarampión porque solamente funcionan contra infecciones bacterianas, ni existe ningún medicamento viral que surta efecto. Por lo tanto, el tratamiento del sarampión consiste en controlar los síntomas de la enfermedad hasta que el virus complete su ciclo. Sin embargo, hay una manera segura y eficaz de prevenir el sarampión y es con la vacuna.
El sarampión es una infección que, en algún momento, se consideró muy común en la infancia, pero que ahora prácticamente ha sido erradicada gracias a la vacuna. No obstante, con la disminución de las tasas de vacunación de los últimos tiempos, la enfermedad ha resurgido. Esto se debe a que la mayoría de las personas no ha visto a alguien afectado por el sarampión y, por ello, suele desestimar la severidad y los riesgos inherentes a esta peligrosa enfermedad.
El sarampión normalmente empieza con fiebre leve a moderada que aparece junto con tos constante, catarro e inflamación de los ojos y la garganta. Esta fase relativamente leve de la enfermedad puede durar entre dos y tres días.
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El sarpullido del sarampión empieza a aparecer aproximadamente dos semanas después de contraída la infección y consiste en pequeños puntos rojos que, a veces, se abultan ligeramente. Los puntos y los bultos se apiñan en grupos y dan a la piel un aspecto rojizo, con manchas por aquí y por allí. El sarpullido aparece en la cara, se disemina por los brazos y el tronco para luego llegar a los muslos y bajar por la parte inferior de las piernas hasta los pies. Según el sarampión avanza, la temperatura sube de forma pronunciada y, a menudo, llega a 40 o 40.5 grados Celsius.
A medida que la enfermedad va cediendo, el sarpullido se desvanece gradualmente: primero, en la cara y al último, en los muslos y los pies. Los demás síntomas, por su parte, también van desapareciendo poco a poco.
El sarampión puede conllevar complicaciones médicas graves que ameritan un ingreso al hospital, sobre todo en niños pequeños. Las complicaciones frecuentes incluyen infecciones bacterianas del oído, bronquitis, laringitis, crup y pulmonía. Aproximadamente 1 de cada 1000 personas que contrae sarampión avanza a encefalitis, que consiste en una inflamación del cerebro. Además, entre 1 y 3 de cada 1000 personas muere a consecuencia de las complicaciones del sarampión. El sarampión es particularmente peligroso en las mujeres embarazadas, porque puede provocar labor de parto precoz y bajo peso del bebé al nacer, aparte de más riesgo de muerte materna. Los riesgos también son mayores para las personas cuyos sistemas inmunitarios no funcionan bien, así como para los recién nacidos, los niños y los adolescentes.
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El tratamiento del sarampión consiste en tomar medidas que alivien los síntomas, como medicamentos para reducir la fiebre, durante el tiempo que el virus está en actividad. Los estudios muestran que los niños con niveles bajos de vitamina A suelen presentar los casos más severos de sarampión, de modo que administrar esta vitamina a los niños con sarampión puede reducir la gravedad de los síntomas. Cuando a consecuencia del sarampión una persona presenta una infección bacteriana, como infección del oído o pulmonía, un antibiótico podría servir para combatir la infección. No obstante, repito, los antibióticos no sirven para combatir la infección del sarampión en sí misma.
El sarampión es sumamente contagioso porque el virus se reproduce en la nariz y la garganta. Por lo tanto, siempre que una persona con sarampión tose, estornuda o habla, el aire se llena de pequeñas gotas infectadas que otros pueden inhalar. Esas pequeñas gotas infectadas permanecen en el aire o aterrizan sobre una superficie y continúan propagando la enfermedad durante varias horas. Se puede contraer el virus simplemente por respirar el aire de un lugar o por tocarse la boca, la nariz o los ojos después de haber topado una superficie infectada. Alrededor del 90 por ciento de las personas que no tienen inmunidad contra el sarampión y se exponen al virus terminan contrayendo la infección.
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La única manera de combatir el sarampión es con la vacuna, la cual necesita entre 10 y 14 días para surtir efecto. Sin embargo, una vez que la persona desarrolla inmunidad contra este virus, la protección dura toda la vida. El sarampión es una enfermedad extremadamente contagiosa que puede derivar en complicaciones graves e incluso mortales, pero la vacuna es segura y muy eficaz para prevenirlo.